La noche no invita a la alegria, ha llegado tras un dia oscuro de nubes contanstes y lluvia intermitente.
Hoy hubiera sido un día de esos en los que te apetecería estar en el regazo de tu pareja en casa, contando esos pequeños detalles que ha tenido la jornada. Supongo que eso será un handicap para dormir esta noche y no pensar mas de la cuenta.
La lluvia de hoy me ha traido a la mente los dias que pasamos juntos en un sitio precioso en la costa gallega, las Islas Cíes. Allí la sensación del paso de tiempo es extraña, las horas pasan y no tienes noción de la rapidez.
De todo aquello,hay un sitio especialmente significativo y que me trae muy buenos recuerdos, el faro grande.
Llegar hasta ese punto lleva poco mas de una hora de paseo, y digo de paseo porque el entorno y la compañia era tan entrañable, que no merece la pena acelerar el paso. Tras el paso por la zona de bosque frondosa, cuando alzas la vista, se vislumbra la ascensión haciendo un zig zag hasta el cielo, y, a medida que vas avanzando, las gaviotas se hacen a los lados como si de los guardianes del faro se trataran.
Una vez llegado a lo mas alto, el paisaje es estremecedor, mirando al horizonte, la imaginación vuela tan alto o incluso mas que las gaviotas y piensas en lo lejos que está la tierra firme mirando al oeste, y es que América, esta realmente lejos y te sientes realmente pequeño e insignificante en la inmensidad del oceano, pensando en lo que debieron vivir generaciones pasadas buscando una vida mejor.
En ese momento, ambos pensabamos que en algun momento de nuestras vidas, cruzariamos el mar y añadiriamos una nueva experiencia en aquel continente juntos, pero la vida da muchas vueltas y ahora me encuentro con esa futura experiencia en la agenda sabiendo que jamás la podré compartir con ella.